sábado, 25 de diciembre de 2010

Ellos

Pasean por el mundo, nos vigilan, llegan, y en un instante quedamos grabados para siempre.

A paso lento, tranquilo, pero jamás titubeante, pasan junto a un grupo de niños con sonrisas eternas dibujadas en sus rostros. Una niña con un bonito abrigo está agachada, sosteniendo entre sus manos una bola blanca de la misma sustancia fría que recubre el suelo por completo. Otros dos niños están escondidos tras un matorral, delante de ella. También sonríen. Es un momento que quedará para siempre.

Porque ellos pasaban por allí.

Una chica está sentada en un banco, inmóvil, como todo lo que le rodea. Un joven se sienta junto a ella. Este instante en el que todo se detiene capta la mirada tímida que nunca llegará a transformarse en palabras con la que él la observa mientras ella mira hacia otro lado. Esa mirada ahora es eterna. Esos sentimientos jamás desaparecerán.

Porque ellos pasaban por allí.

Una hoja cae del árbol, pero no llega a acariciar el suelo. Ahora siempre quedará suspendida a un metro de él, pues ellos la han visto a su paso por el parque en el que nunca más correrá el viento. En el que las ramas nunca más serán mecidas. En el que esa hoja quedará siempre ahí, quieta, inmóvil…

Porque ellos pasaban por allí.

Adelantan a una pareja de pelo blanco. Él lleva un aparato para ayudarse a andar, y ella va cogida de su brazo. Se dan cuenta de esa otra manera de expresar el amor que emana la pareja, es una imagen en la que se ve el cariño, fruto de una vida compartida durante mucho tiempo. Y la pareja también queda quieta. Todo se detiene.

Porque ellos pasaban por allí.

Las imágenes quedarán estancadas para siempre. Nos ayudarán a recordar que a veces está bien detenerse y mirar a nuestro alrededor. Entonces nos daremos cuenta de que el mundo es algo más que una masa de cosas y tiempo… es mucho más.

Yo quiero ser como ellos. Quiero ser fotógrafa.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Perdida

Al menos son personas, pero ella no sabe quiénes son. Rostros desconocidos, ojos que la miran con curiosidad, sujetos que la empujan si se interpone en sus caminos sin darse cuenta. Gabardinas, sombreros negros, maletines como los de las películas…


Su angustia va en aumento. Corre entre ellos sin saber adónde va, solo buscando… Está desesperada, siente que la siguen, pero no se atreve a mirar atrás. Tiene miedo, mucho miedo. Sus lágrimas dejan a su paso dos surcos brillantes en sus pálidas mejillas.


Se siente sola.


−Papá, ¿dónde estás…?